viernes, 29 de mayo de 2009

Defragmentación Nuclear



"...Algunos de nosotros seguimos allí casi hasta el final de los días, atrapados en la soledad de paredes inertes y habladurías de locos. Fuimos cayendo de a uno. Muchos, tan solo cumplieron con su cometido y se dejaron vencer en una fría mañana, ávidos por entrecerrar los ojos con las primeros y pálidos rayos del Sol, en el paraíso tras la vida que les habían prometido. Otros -los menos- eligieron el camino de la deshonra y la falsedad de sentimientos. Muertos, sin ojos ni lengua, sepultados en las inmortales arenas del olvido.

Por mi parte, abandoné el camino en forma temprana, preso del insomnio y la meditación, tal vez en busca de algo más concreto y definitorio de mi ser. Un espiral de caos alienado al cual no me era posible mantenerme aferrado. Una estatua sin ojos me devolvía una justa mirada de aprobación, cuando todo a su alrededor envejecía, y ella solo juntaba polvo en sus profundas grietas. Ansiando que las antiguas ciudades ardan en llamas. Que nada más -a excepción mía- pueda levantarse de sus propias ruinas, con sus cimientos más básicos podridos hasta el alma. Negar esos pensamientos que mi ser tanto anhela, sería como decirle irrefutablemente al poeta que los sentimientos no existen en el corazón, que se amontonan en impulsos eléctricos en el cerebro. Que todas sus palabras adornadas, sobre amor y fantasía, no son más que atribuciones dadas al órgano equivocado.

Y todo lo que el cerebro almacen puede ser fácilmente borrado. Pero no de inmediato. Pasé larguísimas jornadas devorando toda clase de enciclopedias y antiguos tomos, donde todos los seres mitológicos -sin excepción alguna- nacen destinados a padecer ese cruel encadenamiento entre gloria y tragedia. No existe uno sin el otro. Y elegir este camino nos lleva a una perdición solo comparable a las imborrables hazañas que alcanzamos en nuestra existencia anterior.

Y, como un corazón sólo sirve para bombear sangre y mantener vivo un cuerpo, aún sin bombear sentimientos, lo deposité en una caja metálica, lejos de mí. Tomé mi rumbo como mensajero de los Dioses, tal como hiciese Mercurio antes que yo, y como hará mi sucesor cuando mis días lleguen a su fin.

Soy un alma insomníaca tratando de controlar un huracán solo con las manos. Soy la flecha silenciosa, que viaja entre obstáculos, directa y mortal hacia el corazón enemigo...

¿Qué destino más glorioso que el de ir directo hacia la luz para enfrentarla?"

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