Nuevamente acompañado por un recurrente pensamiento, el cual tenía la cualidad de encajar perfectamente en un viejo anhelo. Ahí estaba, en el próximo asiento. Entre la locura explosiva del impulso mismo, y la certeza de haber existido solo para esto. Se trata de encontrar el propósito final, ese que en un simple segundo, nos explica para que fuimos construidos, hace tanto tiempo. Todo lo que el mal había consumido, ahora se encontraba de nuevo en pie, con una convicción superior, con el control en las manos. Con el alma restaurada. Hechos para esto.
Esa cálida masa dorada bailando alrededor suyo, tan brillante como la recordaba en sueños. Esa falta total de maldad, extraña cualidad que jamás volví a encontrar. El océano en los ojos, siempre en estado calmo. Y así empezamos a caminar, como tantas veces había pasado años atrás.
Y en un ángulo imposible, en un segundo detenido en el tiempo, los eventos que nos rodean se funden en un mito, en una unión, en la eternidad de un único e irrepetible enlace... El primero de ellos. El definitorio, el conclusivo, el que nos dice al fin:
Para esto fuimos construidos…
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